jueves, abril 14, 2005

Empachado

Asi es como me encuentro. Empachado de leer tanta sandez sobre el famoso desafuero. Ahora nada mas falta que decidan canonizar a San Andrés Manuel por ser el defensor de los oprimidos. Canonizado debiera ser pero por encabezar a los populistas. Me espanta la posibilidad de que llegue a la presidencia. Y no con ello quiero dar a entender que me agrada mucho cualquiera de las otras posibilidades. La verdad es que tan malo el pinto como el colorado.

Creo que lo que México necesita es un dictador. A estas alturas del partido, si es que alguien está leyendo esto o se persignó o vociferó al menos mentalmente dos que tres refrescadas para el atribulado redactor de estas líneas. Pero permítaseme una explicación. Las democracias funcionan más o menos bien cuando el pueblo tiene un cierto nivel de educación y civilidad. Cosa que, perdónenme mucho, los mexicanos no tenemos aún. Y no hay que ir muy lejos. Analicemos cómo actuamos nosotros mismos. México tiene riqueza, pero tenemos un aparato de gobierno corrupto y por tanto ineficiente. Es claro que el simple hecho de tener un gobierno autoritario no garantiza mucho. Basta recordar el período de gobierno de don Porfirio. Se necesita que ese gobernante todo poderoso sea un verdadero patriota. Que sin preocuparse por sus 'ratings' en las encuestas haga lo que se tiene que hacer para que ese país salga de donde está. Alguien podrá decirme que ya tuvimos personajes todo poderosos. Cierto. Pero todos ellos temerosos, o al menos cuidadosos de su imagen. El último caso, claro es de Carlos Salinas. De Zedillo ni hablamos. Es mas, ni me acuerdo de si realmente fue presidente o sólo lo imaginé. ¿Y del actual? Su extremadamente larga lengua, fruto tal vez de su desconexión con el cerebro, lo han caracterizado.

El punto es que en los hechos, todos nuestros gobiernos han buscado el bien de unos cuantos. No el de las mayorías. ¿Y las mayorías? Bien, gracias. Ahi pasándola. ¿No?

Hace algún tiempo pensé en que un verdadero federalismo nos haría bien. Y aún lo sigo creyendo. Delegar poder. Que un vecino de mi colonia tenga el poder de recorrerla y multar o mandar multar a quienes tiran basura en la calle o no la mantienen limpia. A reportar o incluso ejercer los recursos necesarios para reparar un bache, reparar un semáforo descompuesto o castigar al dueño de un predio abandonado por no circularlo... pero para que este esquema tan bonito funcione no se requiere un mexicano que ame su patria. Se requieren muchos. ¡Chi... do! ¿Qué no los hay?

En lugar de andar como viejas verduleras recogiéndonos el mandil y aventando el rebozo para atrás mientras salimos apresuradamente a la calle a protestar por el "atropello" que la justicia hace al condenar a un delincuente, deberíamos de mantener nuestra calle limpa, preguntarnos qué demonios hace nuestro hijo con una lata de pintura en la casa o aventar las llantas viejas en el primer lote baldío que vemos. ¿Cuándo iremos a cambiar?

Que AMLO se defienda como lo haría cualquier hijo de vecino. Si es inocente que lo pruebe. ¿Porqué no en lugar de rasgarnos las vestiduras proclamando que la democracia ha muerto en México, no nos dedicamos a mejorarlo?

Por cierto, hoy leí con agrado que Rocío Corona, diputada Jaliscience está promoviendo la desaparición del fuero. Eso me parece acertado. Los primeros que debieran cumplir las leyes son aquellos que las hacen, que las ejecutan y que las mantienen. Dejémonos ya de payasadas y pongámonos a trabajar por el bien de ese país. Y hablando de ello, voy a lo mio. Ya me desahogué un poco. A trabajar ahora.