miércoles, abril 26, 2006

Debate, arrebate, rebate, ¿o qué?

Me ha pasado ya en más de una ocasión que pienso escribir sobre un tema más trascendende que dónde pasé el fin de semana, pero que por las prisas diarias termino olvidándolo y escribiendo cosas a lo mejor triviales. En fin. Anoche observé el debate de la candidata y los candidatos (me han dicho que la ONU promueve este estilo de discurso) a Presidente de la República.
Quisiera primero que nada dejar el antecedente de que anterior al mismo me encontraba en un estado catatónico en relación con este tema. Ninguno de los candidatos me convencía y creo que en buena medida ello se debe a la total carencia en la exposición de propuestas. Y mucho ojo, para mí una propuesta no es simplemente exponer metas u objetivos. Es decir cómo se lograrán esas metas y objetivos.
Mi percepción de los candidatos y la candidata ha cambiado ligeramente. Me agradó la realización del ejercicio, pues aunque no creo que nos haya permitido a los mexicanos identificar a un "buen" candidato, si creo que al menos a mi me ha permitido identificar a los que no me interesaría como ciudadano que me representara en la cabeza del gobierno de este país.
Ayer, durante la comida, varios profesores hablaban de diferentes cosas sobre el gobierno actual y los candidatos. Uno de ellos decía que él creía que el gran problema del gobierno actual (me refiero al Presidente Fox) es el autoritarismo exacerbado, mientras que yo pienso que fue justamente lo contrario. Para mí, y lo he dicho en diversas ocasiones, creo que lo que le hace falta a México es un gobierno autoritario y firme, pero justo. Me queda claro que esta declaración pudiera hacerme acreedor a morir lapidado en aras de la libertad que tanto proclaman nuestros dirigentes. Me explico. México surge como país ante la unificación forzosa que los Españoles hicieran, fundamentalmente mediante la influencia de la Iglesia Católica. Antes de eso, no existía una unidad mexicana. Eramos una colección de tribus indígenas con diversas formas de gobierno, lenguas y dioses. Durante la época de la colonia Española fuimos educados a servir y a que el sufrimiento que ello implicaba era bueno a los ojos de ese Dios que nos vinieron a traer. Cuando, por circunstancias más bien incidentales, logramos la independencia, quedó de manifiesto que seguíamos sin ser UN México. Guerras intestinas que, entre otras cosas, favorecieron perder, sea por separación, sea por "cesión" la mitad de nuestro territorio. Viene una época de "estabilidad", quizá de la cual el período más memorable sea el que encabezara don Porfirio Díaz. Nuevamente en aras de la libertad, una revolución fruto de la cual emanaron las "instituciones" del México post-revolucionario y que en la mayoría de los casos han subsistido hasta hoy con pocas o nulas modificaciones (mas allá de los nombres).

La época del absolutismo en que el PRI nos gobernó pudo haber sido fabulosa para el país. Prácticamente todo el poder concentrado en una figura, el Presidente de la República. Sin embargo, la carencia de educación, de valores y de visión nos llevó al desastre de país en que nos hemos convertido. Y cuidado, la culpa no es únicamente de ese o esos gobiernos. Los ciudadanos que más que eso éramos simples habitantes tuvimos una gran responsabilidad. Esos gobiernos favorecieron modelos paternalistas en los que había que implorar a nuestros gobernantes para obtener de ellos las cosas que necesitaba el país. Cual si fueran dioses a los que hay que orar. Y este modelo creo que aún se manifiesta. Basta ver la organización de marchas y/o plantones. Cámbienles las pancartas pidiendo por un servicio público y pónganles una que pida por la lluvia, cambien sus estandartes por uno de la Virgen o cualquier otro santo y verán la analogía.

Esos 70 años nos castraron civilmente. Nos convertimos en una especie de zombies. Y ahora, cuando pareciera ser que realmente tenemos el poder de decidir para este país, no sabemos cómo usarlo. Nuestros gobernantes siguen empleándolo más para sus fines particulares o de partido que para el bien de la Nación, y nosotros simplemente los vemos ir y venir y seguimos pagándoles onerosos y hasta groseros sueldos por hacer nada. Aquí me detengo simplemente para dejarme a mí un recordatorio sobre otro tópico que he estado "rumiando" con respecto del comportamiento de los Mexicanos... nuestra falta de preocupación por los demás. Lo desarrollaré en otra ocasión.

Pero en este momento, me duele ver el estado de inmadurez en que estamos. En que a pesar de tener las herramientas que la democracia nos dá, no sabemos usarlas con el propósito de mejorar este país que es de todos. Dejo inconcluso mi comentario, pues ya me extendí más de lo que pensaba originalmente y debo hacer otras cosas, pero me gustaría completarlo después.